No es el enemigo, es nuestra misión.
David Marín Mora
David Marín Mora
destacado

No es el enemigo, es nuestra misión

Hoy, como iglesia, debemos prepararnos no para temer, sino para amar.

30 de junio de 2025

No es el enemigo, es nuestra misión

Hay una película muy popular en nuestra generación: Monsters, Inc. En ese mundo ficticio, los monstruos creen que los niños humanos son tóxicos. Su trabajo consiste en asustarlos para recolectar sus gritos, que sirven como fuente de energía. Sully, uno de los más exitosos, es considerado un héroe.

Pero todo cambia cuando una niña, Boo, entra accidentalmente al mundo de los monstruos. Sully entra en pánico: teme ser contaminado o perder su carrera. Todo el sistema está diseñado para rechazarla.

Con el tiempo, Sully descubre que Boo no es una amenaza. Es inocente y humana. El verdadero problema no era ella, sino un sistema basado en el miedo. Al final, descubre que la risa tiene más poder que el grito. Ese descubrimiento transforma su mundo.

Esta historia tiene un eco inquietante en la manera en que, como iglesia, muchas veces hemos tratado a ciertos grupos de personas.

Durante años, la iglesia ha visto a la comunidad LGBTQ+ como una amenaza. Como líderes, hemos temido su influencia, sus cuestionamientos, cómo su presencia podría generar controversias dentro de nuestras congregaciones. Tememos que su estilo de vida contradiga el plan de Dios y que, al acercarse a la iglesia, haya tensión o rechazo.

Pero debemos recordar algo fundamental: el pecado, incluyendo la distorsión de la sexualidad humana, es real, sí, y es una herramienta que el enemigo usa para alejarnos del propósito de Dios. Sin embargo, Pablo no solo reconocía el pecado, sino que celebraba el poder transformador del evangelio. Ese debe ser también nuestro enfoque: esperanza y redención, no temor ni rechazo.

¿Cómo actuó Jesús ante personas marginadas por el sistema religioso?

Jesús fue acusado repetidamente de sentarse a la mesa con pecadores, de tocar a los impuros y de hablar con los despreciados. Nunca comprometió la verdad, pero tampoco negó el amor.

En Juan 4, se encuentra con una mujer samaritana marcada por el pecado sexual. Jesús no comienza con condena, sino con una conversación que abre su corazón.

En Lucas 7:36-50, una mujer pecadora unge sus pies. Mientras otros la critican, Jesús la defiende: “Se le ha perdonado mucho, por eso ella ama mucho.”

Jesús no temía ser contaminado por el pecado de otros. Sabía que su santidad tenía más poder que cualquier oscuridad.

La Biblia es clara sobre el diseño de Dios para la sexualidad (Génesis 1:27; Mateo 19:4-6; Romanos 1:26-27), pero también es clara sobre el alcance del pecado (Romanos 3:23) y la necesidad universal del evangelio. Todos estamos quebrantados. Y nuestra misión no es jerarquizar pecados, sino presentar a Cristo como la única esperanza para todos.

Pablo lo resume bien en 1 Corintios 6:9-11 (NVI):

“¿No saben que los malvados no heredarán el reino de Dios? […] Y eso eran algunos de ustedes; pero ya han sido lavados, ya han sido santificados, ya han sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios.”

También vemos en Hechos 4:29-31 (NVI) la actitud correcta ante los retos culturales:

“Ahora, Señor, toma en cuenta sus amenazas y concede a tus siervos el proclamar tu palabra sin temor. […] Después de orar, el lugar donde estaban reunidos tembló. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y proclamaban la palabra de Dios sin temor.”

Pablo no veía a las personas o los conflictos culturales como enemigos a evitar, sino como oportunidades para proclamar a Cristo. No se preparaba políticamente para protegerse o ganar debates. Aunque usó su ciudadanía romana cuando fue necesario (Hechos 22:25), su enfoque no fue la defensa institucional, sino el testimonio del evangelio. Su misión era clara: llevar a Jesús a todos, incluso si eso implicaba incomodidad o sufrimiento.

Hoy, como iglesia, debemos prepararnos no para temer, sino para amar. Como líderes, necesitamos formar a nuestra comunidad para ser:

  • Hospitalaria, sin caer en el relativismo.

  • Clara, sin caer en la condena.

  • Firme, sin recurrir a la violencia.

La comunidad LGBTQ+ no es nuestro enemigo. Es parte de nuestra misión. Son personas amadas por Dios, necesitadas del mismo evangelio que nos transformó.

Muchos que llegan con luchas no buscan destruir la fe. Buscan amor y pertenencia. Nuestro llamado es ver más allá del comportamiento, y reconocer su dignidad y dolor.

Como Sully, necesitamos dejar de ver enemigos donde hay oportunidades para mostrar compasión.

Porque el amor, como la risa, tiene más poder que el miedo.

David Marín Mora
David Marín Mora es líder del grupo de jóvenes universitarios Neos Plus en la Iglesia Vida Abundante del Oeste, en Costa Rica. Periodista de formación, actualmente cursa una maestría en estudios bíblicos en ProMeta-Kairos, convencido de que el evangelio puede transformar cada rincón de la vida. Está casado con Daniela, su mejor amiga y compañera en la misión. Juntos creen en una Iglesia que ama, acompaña y forma discípulos con compasión y verdad.